1. Reconocer los estímulos estresantes del niño.
2. Tratar al niño de forma pausada, manejarlo con suavidad, dejarlo dormir el máximo tiempo posible sin molestarle, buscar la posición de descanso en la que se encuentre más relajado.
3. Interactuar con el niño ligeramente cuando se despierte, empleando un solo estímulo sensorial al mismo tiempo para evitar la sobreestimulación, masajearlo suavemente después del baño, ir sumando estímulos poco a poco para comprobar su tolerancia.
4. Alimentarlo sin distracciones (televisión, radio, música....)
5. Tener bien establecidos los hábitos diarios que incluyen regularidad en las comidas, las horas de sueño, los paseos, los juegos...
6. EStablecer un programa individualizado de cuidados diarios, teniendo en cuenta las necesidades de los padres y del entorno familiar cercano.
7. Como profesionales, servir de apoyo a los padres estableciendo un sistema de intercambio de información que sea flexible y adecuado a las necesidades de la familia.
8. Favorecer la coordinación entre los distintos profesionales que atienden al niño.
9. Permitir a los padres expresar sus sentimientos respecto al niño, darles tiempo para formular las preguntas y asimilar la información recibida.
10. Proporcionar a los padres la seguridad de que van a ser capaces de atender adecuadamente a su bebé, sin marcarse objetivos a corto plazo.
11. Ofrecer y facilitar el contacto con otras familias.
12. Acudir al domicilio para conocer in situ el entorno socio-familiar.
13. Valorar las necesidades de apoyos familiares (económicos, personal, auxiliar...).
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